Arthur Rimbaud y Paul Verlaine tuvieron la rara habilidad de convertir sus vidas en una auténtica pesadilla.
Tanto juntos como separados fueron personajes excesivos, geniales y chiflados, quizá por eso han quedado como prototipos de escritores malditos, sobre todo el maldito Rimbaud, que ansiando ser Dios apenas si queda claro que llegara a ser él mismo. “Yo soy otro”, decía este jovencito enajenado y turbulento que cada pocos años parecía cansarse de ser quien era. Al parecer en su más tierna infancia había sido un niño aplicado, un estudiante voluntarioso y un hijo ejemplar.
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Rimbaud era el que mas hacia sufrir a Verlaine_ este estaba casado..y desgraciadamente muchas veces pagaba su mal humor golpeando a su mujer_ ...Verlaine..También hacia sufrir a Rimbaud, cuando decidía acabar con él y volver con su esposa.
Ambos vivieron una pasión que prácticamente les consumió a ellos y a la familia de Verlaine..Ya que Rimbaud apenas sí tenia relación con su familia.
Se dice que todos odiaban a Rimbaud por sus malos modos y su falta de higiene, hecho sorprendente porque por el otro lado era lo que más gustaba a Verlaine de su amante, esa desfachatez y falta de pudor.
Se ha escrito de esta unión que el amor entre ambos poetas se consolidó cuando escaparon hacía Londres en 1872, luego de que su relación escandalizara a la sociedad francesa.
Rimbaud tenía sólo 17 años de edad, mientras que Verlaine se encontraba casado y ya tenía hijos.
Una vez instalados en la vivienda, los bardos desarrollaron varios de sus versos más reconocidos.
Rimbaud comenzó allí con sus obras “Una temporada en el infierno” e “Iluminaciones”, mientras que Verlaine hizo lo propio con sus “Romanzas sin palabras”.
Sin embargo, la relación se tornó enfermiza y rozó la tragedia: luego de una borrachera y en medio de un ataque de celos, Verlaine disparó contra Rimbaud y lo hirió en una muñeca, luego de haberlo seguido hasta Bélgica.
El atacante sería encarcelado en Mons y posteriormente se convirtió al catolicismo, en un intento por terminar con sus adicciones.
Rimbaud, por su parte, abandonó en forma prematura la poesía para volcarse al tráfico de armas y marfil.
Cuando recibió El barco ebrio, Verlaine, fascinado por lo leído, invitó inmediatamente al desconocido autor del poema a visitarlo a París.
Entonces, a mediados de agosto 1871, el poeta de 26 años ya contaba con prestigio en el mundo poético, y estaba casado con la adolescente Mathilde Mauté, con quien pronto tendría un hijo.
Paul Verlaine nació el 30 de marzo de 1844 en Metz, al este de Francia. A diferencia de otros personajes célebres, tuvo una infancia feliz, a la cual siempre añoró por los alegres veranos pasados a las orillas del río Semois, en Bouillon, Bélgica, hogar de su familia paterna.
A esta etapa de su vida dedicó una serie de poemas que evidencian su nostalgia por los años mejores, ésos llenos de coloridos paisajes, a los que volvió cuando en 1873 fue perseguido por la policía al haber participado en la insurrección de la Comuna.
Su amigo de adolescencia, François Coppée, escribió lo siguiente sobre la personalidad de Verlaine: “Siempre fue un niño. ¿Hay que compadecerlo por eso?… Es tan amargo el hecho de hacerse hombre y prudente, dejar de correr por los caminos de la fantasía por miedo a caer (…). ¡Dichoso el que da crueles caídas y se levanta llorando para olvidar en el acto el accidente y el dolor, abre otra vez los ojos llenos de lágrimas, los ojos ávidos y encantados a la naturaleza y a la vida!”.
Dicen que su poesía melancólica se inició cuando se enamoró, sin ser correspondido, de su prima Elisa Moncomble. La tristeza de esa decepción lo llevó de una vida tranquila entre los campos y la lectura de Baudelaire a una de cabarets y alcohol. En los cafés parisinos, escribió versos y se comenzó a relacionar con los poetas parnasianos.
Siempre se ha destacado en la poesía de Verlaine la musicalidad de su verso impar, es por eso que es mejor leerlo en su idioma original; palabras como luna, nieve, viento y lluvia son los símbolos sutiles que en un principio aparecen constantemente en la creación de su delicada alma.
A partir de 1871, su existencia se trastornó, comenzó, más que nunca, a ir de un extremo a otro, de lo claro a lo oscuro… de caer a querer levantarse, haciendo de la segunda parte de su obra el reflejo de un errático y agitado camino
Por su parte con respecto a Rimbaud, se ha escrito que al momento de ser invitado por Verlaine a su casa de París, luego de que él le enviara el poema El barco ebrio, Rimbaud era un genial y rebelde adolescente que había intentado llegar antes a la capital de Francia, sin mayor éxito, y ya mantenía correspondencia con Paul Demeny y Banville.
Nació el 20 de octubre de 1854, -en Charleville, región francesa de las Ardenas, en una familia encabezada por Vitalie Cuif, una madre severa y ultrareligiosa que tempranamente había sido abandonada por su marido al partir a la guerra de Crimea. Siempre fue un niño precoz que comenzó a escribir versos a la edad de diez años.
En 1869, Rimbaud obtuvo por Yugurtha el primer premio en el Concurso de versos latinos, debido a este hecho, la revista Le Montieur de l’Enseignement Secondaire publicó aquél y otros dos temas del novel poeta, Vererat y El ángel y el niño; también, la Revue pur Tous incluyó sus versos franceses, con el nombre de Los aguinaldos de los huérfanos.
Cuando el imberbe muchacho de ojos azules y pelo despeinado llegó a la casa de los suegros del poeta Verlaine, a mediados de septiembre de 1871, desde el primer momento comenzó a alterar su normal vida burguesa. Los malos modales del invitado desencajaron y éste se aburrió en la formalidad, por lo que rápidamente decidió albergarse en otros lugares.
A pesar de que el creador de Antaño y hogaño llevaba un agradable matrimonio con la joven Mathilde Mauté de Fleurville, no tardó mucho en prendarse de la personalidad y la valentía de Rimbaud. Pronto comenzaron a participar en juergas y borracheras alentadas por hierbas, ingredientes infaltable en la travesía.
En 1872 ya formaban una pareja y sus continuos escándalos que llegaron al conocimiento de Mathilde, hicieron que ella comenzara con recriminaciones a las que Verlaine respondió en varias oportunidades con demostraciones de violencia -incluso contra su hijo que llevaba poco de nacido- que fueron avivadas por su abusivo consumo de alcohol.
Las querellas con Mauté, alejaron en primera instancia a Rimbaud, quien se volvió a Charleville, provocando el llamado suplicante de Verlaine.
Al poco tiempo, Jean Arthur decidió irse a Bélgica, seguido por su amante desesperado, quien abandonó a su mujer enferma.
Así, la infernal pareja emprendió un rumbo errante por caminos de amor y desenfado, de ira y desenfreno, de contradicción y desencanto. El “Príncipe de los poetas” -como lo nombraron sus colegas en 1894- y el “Ladrón de fuego y suelas de viento” -como lo llamó el propio Verlaine por la frase de la Carta del vidente y por su espíritu libre- se marcharon a vivir su idilio.
El primer obstáculo estuvo en el puesto fronterizo de Arras, desde donde fueron devueltos a París, pero insistieron y llegaron a Bélgica a través de las Ardenas.
En tanto, la esposa de Paul Verlaine lo localizó y convenció de regresar, éste accedió, pero en la frontera se arrepintió y bajó del tren para correr junto a Rimbaud. Luego de eso, viajaron a Inglaterra, donde estudiaron inglés y dieron clases de francés, mientras Jean Arthur continúo con sus Iluminaciones, empezadas a escribir hace un tiempo.
Dos meses después, Mathilde Mauté inició el proceso de separación judicial y Rimbaud abandonó Londres para ir a una residencia heredada de su madre en Roche. En 1873, Paul enfermó y su amigo volvió rápidamente a su lado para dejarlo pronto y regresar a Roche, donde comenzó con Temporada en el infierno.
En 1875, Verlaine intentó entenderse nuevamente con Rimbaud, pero el encuentro terminó con golpes e insultos en las calles de Stuttgart.
Atrás habían quedado los días de bohemia y agitación, retando a los comentarios de la sociedad y de los círculos intelectuales que se asombraban al ver u oír hablar sobre los espectáculos de la pareja de “sodomitas” (aún no se usaba el término “homosexual”).
Se cuenta que en un diario apareció escrito con ironía que “es frecuente ver a Verlaine cenando con la señorita Rimbaut”, ante lo cual Rimbaud comentó que no le había molestado la frase, pero lo que sí le disgustaba mucho es que hayan escrito su apellido con “t” y en vez de “d”.
Es que “el niño terrible” de la poesía, nunca tuvo miedo, siempre desafió a la vida. Su insensibilidad, su indiferencia, su amoralidad lo liberó de cualquier atadura. Él mismo afirmo: “la causa de mi superioridad es que no tengo corazón”.
El 8 de enero de 1896, consumido por la cirrosis, la gastritis, la ictericia y el reumatismo, y luego de pasar por hospitales, cárceles y habitaciones de alquiler, Verlaine murió en París, a la edad de 52 años. El 10 de noviembre de 1891, a los 37 años, como siempre precoz, la vida de Rimbaud llegó a su fin después de amputársele una pierna para salvar, inútilmente, un cáncer ya avanzado.
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