sábado, 9 de mayo de 2009

Carta a un Hada...


De momento, no tengo novedades, todo va bien con el surgimiento de las flores,
la presencia más perceptible del sol, la gente por las calles luciendo más colores...
Bueno, que se aproxima el verano y aqui es como sentir a cada año que descubres
el elixir secreto de la vida.

Nada más quiero agradecerte por toda tu magia, por tus palabras
cargadas de sentimientos, una verdad cristalina, limpia,
que toma forma y se enreda en medio al jardín de mis pensamientos.

Aqui los viajes en metro y bus tardan mucho, puedo pasarme en un día una media de 3 horas entre trayectos de ir y venir, un bodrio de caras desconocidas, cruces escaleras... pero me da tiempo a reaccionar a todo lo que recibo, leo, escucho....

Estate segura que te llevo conmigo en muchas mañanas, camino al colegio, mientras
comparto tus palabras con paisajes que realmente merecen la pena en el tiempo que llevo sentadaen la segunda planta del autobús, y que me permite disfrutar de una panorámica un tanto surreal.

Luego por las tardes, por los subterráneos, siento que zambuyo literalmente en un mundotan opuesto al anterior, por largos, casi infinitos pasillos sin aire ni claridad.

Las ventanas son el reflejo de las muchas caras cansadas que se acumulan en los pasillos con sabor a metal cruzando toda la ciudad.

De más está decir que hasta ratas circulan por los trillos de los trenes, es disgustante, y eso me lleva a reflexionarqué es lo que hago aqui, tan lejos de mi mar.

La prisa es mi peor enemiga, ella me avasalla, me involucra como bruja maldita en medio a las multitudes, porque si no llevas su ritmo, te quedas aplastada en algunos de esos pisos asquerosos del famoso "TUBE".

La prisa te impide vivir, te quita la sutileza de los momentos, el sabor del paso, el aire de la vida. Y aqui la gente no sabe vivir sin ella, y yo, por lo contrario, nunca aprenderé a compartir con ella mi poco trozo de esperanza.

Y entonces, me remito a mis tiempos de pequeña tan pequeña, en el campo, cuando la
portera de la escuela se enfadaba porque yo era la ultima a irme. Esperaba que pasara el alboroto de las carreras, sentada, nada más perdida entre el reflejo de las salidas relámpago.

O las tantas veces que perdí un autobús aún teniéndolo frente a mí, por estar mirando el infinitoperdida en la lentitud de mi Macondo mental.

Y eso es, mi día se reparte en dos, mañanas y tardes de un contínuo nacer y morir.

¿Y dónde ha quedado mi océano? Porque no lo encuentro, porque no es éste que me consume con el viento gélido del norte, no....

1 comentario:

a quieeen le impoooorta!!! dijo...

hola.me encanta tu blog.sigue escribiendo cosas asi de hermosas.bss

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